octubre 18, 2023

El Arte del Autoconocimiento – Jeff Foster

“Nos han enviado gurús, guías, ángeles, sanadores, provocadores, aliados y antagonistas de todas las formas y tamaños. Nuestras parejas, nuestros hijos, amigos y familiares, amantes. Nuestros terapeutas, nuestros compañeros de trabajo, extraños en el metro.

Nuestros verdaderos maestros están a nuestro alrededor. Porque las verdaderas enseñanzas de la vida son antiguas y se encuentran muy dentro de nosotros.

Todas las personas en nuestras vidas en este momento tienen regalos que ofrecer. Algunos regalos son obvios. Algunos regalos solo se ven en retrospectiva.

A través de algunas relaciones se nos enseña a escuchar. Para recibir la verdad de otra persona sin apresurarse a arreglarla, aconsejarla o impedir que sienta lo que siente. Para tomar su mundo en serio. Para salir de nuestras propias cabezas. Perder nuestro ensimismamiento y narcisismo y ponernos en zapatos diferentes.

Algunas relaciones nos enseñan cómo escucharnos a nosotros mismos, conectarnos con nuestros propios deseos y necesidades. Para compartir nuestros sentimientos auténticos con honestidad, hablar de lo que realmente está pasando en nuestro mundo interior, incluso cuando nuestro corazón late con fuerza y ​​nos preocupa cómo seremos recibidos.

Algunas relaciones nos enseñan cómo ser amados, cómo dejar entrar el amor. Cómo dejarnos apoyar. Pedir ayuda y no ver eso como una debilidad. Para ser atendidos. Ser cuidados, recibir atención amorosa. Ser sostenidos en la mirada compasiva de otro. Dejar entrar esa compasión. Saber que nos lo merecemos tanto.

Algunas conexiones nos enseñan a dar apoyo, a prestar atención a los sentimientos y necesidades de otra persona, a cuidar de otra persona. Para tomar la iniciativa y entrar y salir de nuestras propias cosas. Para dar nuestro tiempo y atención, nuestra fuerza emocional y física. Para ofrecer el regalo de nuestro sacrificio voluntario. Descubrir nuestros límites también en el dar. Para dar desde un lugar de nutrición, no de culpa.

Algunas relaciones nos enseñan la necesidad de hablar por nosotros mismos. Nos obligan a ser honestos sobre lo que no está bien para nosotros, lo que duele, lo que se siente mal, lo que se siente como "demasiado" o "demasiado poco". Para tomar conciencia de cuando nuestros límites han sido cruzados. Para expresar nuestra justa ira, la parte de nosotros que se siente invisible, no escuchada, no respetada, abusada. Respetarnos lo suficiente como para decir “No”, a pesar de las consecuencias.

A veces aprendemos a través de las rupturas, los desamores, la muerte y la transformación de las relaciones. Encontramos el coraje de dar un paso fuera de algo que no es saludable para nosotros, salir de lo viejo y entrar en lo desconocido, entrar en la vitalidad, entrar en la angustia y los sentimientos de soledad tal vez, entrar en nuestro poder y honrar nuestros preciosos corazones, hacer como ellos, contracción y expansión.

A veces crecemos al permanecer en una relación cuando tenemos ganas de irnos y alejarnos. Permanecer presente durante el conflicto y la incomprensión, sintiendo nuestros sentimientos de ira, miedo, dolor y exasperación, vergüenza y culpa, expresando nuestra verdad dolorosa o dichosa. Encontrar poder en la permanencia. Disminuyendo la velocidad y mirando juntos el desorden. Encontrar un lugar de reconexión, tal vez. Hacer las paces, tal vez. Diciendo lo siento, tal vez. Ser dueños de nuestras heridas y acciones.

A veces la relación nos enseña a estar con el otro ya veces nos enseña a estar con nosotros mismos. Cómo dejar de huir de nuestra preciosa soledad. Encontrar la alegría en el silencio, la quietud, la soledad.

Ser uno. Ser dos.

Para unificar. Para Separar.

Sentir cuando estamos desequilibrados.

Sentir cuando nos sentimos abandonados, asfixiados, adormecidos, desconectados, vacíos, llenos.

Tomar en serio nuestra necesidad de estar solos.

Tomar en serio nuestra necesidad de compañía.

Saber cuándo nos escondemos, temerosos de ser vistos, evitando la conexión.

Saber cuándo nos estamos abandonando adictivamente por otro, huyendo de nosotros mismos para encontrarnos con otro en codependencia, esperando ser salvados, arreglados, reparados, completados.

A veces la relación es felicidad.

A veces es confuso, agonizante.

Estamos llamados a tocar las alturas de la intimidad.

Estamos llamados a tocar las profundidades de nuestra soledad existencial y anhelos más profundos.

Estamos llamados a conocernos a nosotros mismos.

Todas las experiencias en el camino de la relación pueden enseñarnos, cambiarnos, sanarnos.

Incluso en la lucha, podemos encontrar bendiciones y conocimientos.

Si estamos dispuestos a reducir la velocidad y mirar.

Si estamos dispuestos a permanecer curiosos y hacer el valiente trabajo de suavizarnos en nuestra experiencia encarnada.

Si estamos dispuestos a sentir los dolores y los placeres de relacionarnos.

En lo profundo del lodo tántrico, podemos encontrar oro”.

-Jeff Foster

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Financiado por el Programa Kit Digital. Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de España «Next Generation EU»
Inicio
Aviso Legal
Privacidad
Contacto